Delitos contra las personasOtro tipo de delitos que son cometidos por menores de edad, aunque con menor frecuencia son los delitos contra las personas, aunque sí revisten mayor gravedad.

Al igual que en los artículos anteriores, voy a exponer los más comunes:

  • Acoso escolar o Bullying

    En el otro artículo explicaba que el ciberbullying o ciberacoso es el más común gracias a esa falsa sensación de anonimato que experimentan los acosadores.

    Pero cuando ese casos se produce presencialmente en el ámbito escolar o en sus alrededores, estamos hablando de bullying.

    Consiste en ridiculizar a la víctima mediante comentarios ofensivos, molestando, acosando con un continuo maltrato verbal, pudiendo llegar a la violencia física, con el objetivo de someter, arrinconar, intimidar u obtener algo de la víctima.

Este tipo de delitos supone un grave problema actualmente, ya que las personas que lo sufren raramente dicen algo a los adultos, y cuando lo hacen la mayoría de ellos no le dan mayor importancia.

Es necesario tener en cuenta que el acoso que se produce continuado en el tiempo, supone graves consecuencias psicológicas para la víctima, pudiendo a veces llegar a quitarse la vida, o intentarlo.

  • Delito de lesiones o malos tratos

    Al escuchar malos tratos, lo primero que pensamos es que la violencia ejercida de hombres adultos hacia mujeres, o de los adultos hacia los menores de edad, pero también existen los malos de menores de edad hacia otros menores e incluso hacia adultos.

    Por ejemplo cuando un menor que no ha recibido una adecuada educación y socialización, y agrede a sus padres o abuelos cuando algo no se hace como él quiere, o cuando se sienten frustrados y no tienen las herramientas adecuadas para canalizar dicha frustración,

    Hace unos años hubo un programa de televisión que se llamaba “Hermano Mayor”, que trata principalmente este tipo de situaciones, de jóvenes que agredían a sus progenitores o a sus tutores.

En los casos más graves, han llegado a quitar la vida de sus víctimas, y probablemente con el tiempo se arrepintieron de ello.

  • Delito de amenazas, chantajes y coacciones

Las coacciones consisten en ejercer violencia física, psíquica o moral para obligar a decir a una persona o a hacer contra su voluntad.

Por otro lado, las amenazas o chantajes, consisten en hacer creer a la víctima, con actos o palabras, que se les quiere hacer algún mal.

Como comenté, a pesar de que los delitos contra las personas son una categoría de delitos que no suelen suceder muy a menudo, es necesario prestar atención a las señas que emiten los jóvenes para intentar prevenir este tipo de acciones en el futuro.

El otro día os hablé del tipo de delitos que pueden llevar a cabo los menores a grandes rasgos; esta semana, y las siguientes, me gustaría profundizar un poco más en ellos.

Los delitos tecnológicos o informáticos se cometen usando las nuevas tecnologías como ordenadores, tablets o móviles, a través de las redes sociales, WhatsApp, etc.

Las nuevas tecnologías tienen muchas ventajas, como un contacto inmediato con amigos o conocer al momento noticias, pero también implica muchos peligros si no se sabe utilizar correctamente. En muchas ocasiones podemos estar llevando actuaciones delictivas, incluso sin darnos cuenta.

Cuando un menor comete un delito usando alguno de estos medios, lo hace en la mayoría de los casos creyendo en su anonimato; internet nos ofrece una falsa sensación de anonimato que hace que las personas se vuelvan más “atrevidas”.

Pero lo que más debería preocuparnos en cuanto a sociedad, es que la mayoría de los jóvenes tiene el siguiente pensamiento:

Como soy menor de edad, no me pueden hacer nada

Tipos de delitos cometidos por los menores

  • Sexting: Consiste en el envío de contenido erótico o sexual, el contenido ilícito de este acto es el uso que se haga de dicha fotografía, pudiendo usarse para conseguir a cambio de no divulgarla, para acosar, insultar y un largo etcétera, esto se conoce como “Sextorsión
  • Cyberbulling o Ciberacoso: Es el acoso utilizando las nuevas tecnologías, principalmente las redes sociales. Las más frecuentes son la difusión de rumores sobre la víctima, vejar e insultar (estamos hablando de un delito contra la integridad moral).
  • Incitación al odio: Se trata de fomentar el odio, la discriminación o la violencia contra un grupo de personas por motivos racistas, religiosos, etc., generalmente hecho a través de internet. La mayoría de los menores son muy influenciables por su entorno, por lo que si su grupo de amigos o familiares tienen ciertas ideas racistas, éstos pueden llegar a divulgar actos de odio contra personas que no sean del mismo país que ellos.
  • Suplantación de identidadCuando suplantamos la identidad de una persona con malas intenciones, por ejemplo ofrecer servicios sexuales a cambio de dinero, o publicar el número de teléfono, fotos y dirección de correo electrónico para que entren en contacto.

En definitiva, educar a los jóvenes sobre la utilización de las redes sociales, desde una perspectiva de respeto hacia los demás, evitaría muchos de estos delitos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todos los jóvenes o menores no reaccionan del mismo modo a los factores de riesgo o protección, por ello diversas doctrinas hacen hincapié en la importancia de subrayar aspectos cognitivos interpersonales del menor a la hora de describir su personalidad.

Pero, ¿cuál es el objetivo de todo esto? 
Pues no es otro que poder establecer programas de prevención eficaces y para crear modelos educacionales que permitan una adecuada intervención psicosocial.

Habría tres posibles categorías tipológicas de menores delincuentes:

  • Una primera categoría que vendría definida por la existencia de trastornos psicopatológicos. Aquí podríamos hablar de:
    • Menores delincuentes por psicopatologías: normalmente suelen manifestar falta de empatía, lo que provoca que el menor no logre adaptarse a su entorno al no poder inhibirse de llevar a cabo comportamientos o conductas antisociales.
    • Menores delincuentes por ansiedad: estos jóvenes suelen arrastrar una grave perturbación del comportamiento que se manifiesta en desórdenes de conducta. El origen de esta ansiedad puede ser la frustración, el abandono, etc.
    • Menores delincuentes por autorreferencias de la realidad: son jóvenes que llegan a mezclar fantasía y juego de una forma tan intensa que comienzan a vivir fuera de la realidad, lo que en ocasiones conlleva actuaciones ilícitas.
  • Una segunda categoría integrada por jóvenes con algún rasgo de anormalidad patológica. Podemos encontrarnos con:
    • Menores delincuentes con trastorno antisocial de la personalidad: la mayoría de los menores que lo padecen tienen un mismo denominador común: la falta de cariño, atención y cuidado de sus padres. Sus principales manifestaciones son la hiperactividad, la ausencia de culpa, el fracaso escolar, ser poco comunicativos o ser muy excitables. Son jóvenes con una socialización primaria inadecuada, lo que acaba por llevarles a la delincuencia.
    • Menores  delincuentes con reacción de huida: normalmente en este caso los menores han sufrido maltrato o abuso sexual, por ello eligen huir, muchas veces sin un rumbo definido, lo que los convierte en objetivos fáciles para los responsables de la delincuencia organizada, o acaban delinquiendo para sobrevivir.
  • Una tercera categoría donde estarían los jóvenes que tienen rasgos de personales normales o casi normales. Estos menores son los que tienen características de personalidad normales o próximo a la normalidad, suelen ser aquellos jóvenes afectados por situaciones disfuncionales leves sin producir ninguna alteración en su percepción. En esta categoría se encontrarían la mayoría de los menores delincuentes:
    • Los que llevan a cabo actos de vandalismo, como consecuencia de entrada en la pubertad.
    • Los que cometen pequeños hurtos/fraudes con motivo de autoafirmación personal frente a su grupo de iguales.
    • Los que cometen delitos contra el patrimonio y/o libertad sexual por placer.
    • Los que delinquen para satisfacer apetencias consumistas.

En general no podemos hablar de un solo tipo de delincuente entre los adolescentes, ya que hay diferentes modos de comportarse y actos de diversa gravedad. En algunos de ellos, esta etapa suele ser algo transitorio (generalmente una llamada de atención), mientras que otros hacen de esto su estilo de vida. Cuanto más joven sea el delincuente, más probabilidades hay de que reincida.

Lo que sí está claro es que todos estos actos llevan a denunciar los errores de la educación como causa esencial de la delincuencia.

    “Cuanto más llenas estén las escuelas,                más vacías veremos las cárceles”

La delincuencia juvenil es uno de los problemas que suscitan mayor temor y preocupación por parte de la opinión pública. 

La etapa en la que el niño deja a un lado la infancia para meterse de lleno en la adolescencia, es cuando los jóvenes experimentan y exploran diversos comportamientos de riesgo, por nombrar algunos de ellos:  

  • Pequeños hurtos 
  • Daños en el mobiliario urbano 
  • Inicio en el consumo de drogas, tanto legales como ilegales 
  • Exploración psicosexual  
  • Comportamientos autolesivos 

Pero es muy importante saber si este tipo de actos son simples experiencias de los jóvenes que se manifiestan como parte del desarrollo, o si se prolongan en el tiempo, porque si fuera de esta segunda manera, podríamos comenzar a hablar de actividades crónicas y eso sí supondría un problema. 

Según algunos autores, los indicadores que nos permiten distinguir conductas de riesgo potencialmente persistentes son: 

  • Inicio temprano de los comportamientos de riesgo 
  • Curso persistente de comportamientos de riesgo, en lugar de ser algo esporádico 
  • Ocurrencia simultánea de otros factores biopsicosociales y de comportamientos de riesgo 

En definitiva, los profesionales debemos estar atentos a este tipo de actuaciones para poder llevar a cabo una intervención adecuada con el menor. 

Para seguir dentro de la misma temática de la prevención, hoy vamos a ver los tres tipos de prevención que existen: 

1. Prevención primaria ⇾ sería el conjunto de estrategias orientadas a la raíz del conflicto criminal, es decir, neutraliza las causas mucho antes de que ocurran. Se trata de crear los requisitos necesarios o resolver las situaciones criminógenas, buscando siempre una socialización provechosa acorde con los objetivos sociales. 

Esta prevención primaria implica la instrumentalización de acciones en todos los ámbitos del  bienestar social para lograr que los beneficios de desarrollo lleguen a todos los sectores de la  población, evitando así la exclusión de los sectores más pobres y marginados, pero sin  dedicar todas las políticas públicas única y exclusivamente a ellos, ya que en un sentido  estricto significaría estigmatizarlos. 

Pero existen circunstancias que van a incidir negativamente en las políticas de prevención,  por lo que se consideran factores de riesgo criminológico como lo pueden ser la corrupción,  el desempleo, el subempleo, la explosión demográfica, la pérdida y/o transformación de  valores, etc. 

Los ámbitos esenciales para una prevención primaria son educación y socialización, vivienda,  trabajo, bienestar social y calidad de vida. Sus resultados se verían a medio y largo plazo. 

2. Prevención secundaria ⇾ este tipo de prevención actúa más tarde, etiológicamente hablando, no cuando ni donde el delito se produce, sino cuando y donde se manifiesta o exterioriza, y va dirigida a casos concretos y a grupos o subgrupos que presenten un mayor riesgo de desarrollar una conducta criminal; en otras palabras, se dirige a potenciales delincuentes y a víctimas. 

La prevención secundaria está orientada a medidas que dificultan al delincuente cometer un  ilícito penal, medidas que aumenten el riesgo para él o medidas que reducen los beneficios  de cometer un delito. 

3. Prevención terciaria ⇾ el destinatario de este tipo de prevención está claramente identificado: la población reclusa, es decir, va dirigida a quién ya ha cometido un delito. Los destinatarios no son solamente quiénes estén en centros penitenciarios, sino también en centros de tratamiento de menores infractores. 

Tiene un objetivo específico que es evitar la reincidencia de esas personas, desarrollando  todas las estrategias dentro de los centros penitenciarios o de tratamiento de menores, pero  para ser realistas este no es un panorama muy alentador, ya que las políticas actuales no  están tan orientadas a la rehabilitación del delincuente y su reinserción social como cabría  esperar.  

Se podría considerar una intervención tardía. 

Es la rama de la criminología que interpreta los actos delictivos en función de su desarrollo vital, siendo la edad uno de los factores más importantes en el estudio que pretende explicar la influencia de la edad en las conductas delictivas. 

Hay dos conceptos relevantes dentro de este paradigma: 

  • Carrera delictiva: se trata del número de delitos que una persona comete en un determinado periodo de tiempo. 
  • Delincuente de carrera: son aquellas personas que cometen un número elevado de delitos en un intervalo de tiempo amplio. 

Hay tres etapas en el desarrollo vital de la conducta antisocial: 

  1. Inicio → el fenómeno que lleva a una persona a iniciarse en la carrera criminal
  2. Mantenimiento → es la situación por la cual una persona mantiene sus conductas delictivas. Dentro de esta etapa hay que diferencias a los sujetos reactivos o proactivos; mientras que los sujetos reactivos van a reaccionar de una forma determinada ante un estímulo neutro si así es su estilo particular (pro o antisocial), los sujetos proactivos moldean su entorno de tal modo que se adapte a su estilo particular: pro social o antisocial. 
  3. Desistimiento → es la situación por la cual un victimario abandona la carrera delictiva, por ejemplo, porque ya no encuentre motivación antisocial en sus actos o porque la madurez adquiera una mayor importancia en su día a día. 

Es importante identificar los factores de riesgo o de protección que afectan a los victimarios, o dicho de otro modo buscar esos factores que favorecen la conducta antisocial, y aquí toma especial relevancia la edad del victimario, ya que según esa edad los factores van a afectar de un modo u otro. 

Un ejemplo de esto es que un bolso abandonado no promueve el mismo efecto en un individuo de 10 años que en uno de 20 años e incluso es diferente de un sujeto de 40 años. Por lo que el uso de este paradigma permite entender que unos victimarios cometan delitos desde muy jóvenes, que otros mantengan esa carrera delictiva en el tiempo, así como otros que desistan de la misma. 

Se puede llamar ciber-delincuencia a aquella actividad delictiva cuyo objetivo es atentar contra la confidencialidad, la integridad y la disponibilidad de los sistemas informáticos, de las redes y los datos, así como el uso fraudulento de dichos sistemas, redes y datos.

En España se ha duplicado esta actividad ilegal en menos de una década, se podría decir que es un “negocio al alza”.

En el año 2011 se contabilizaron 28.963 ciber-crímenes y la tendencia ha ido aumentando hasta superar la barrera de los 60.000 casos denunciados en 2017.

La profesora de estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC explica que: “El mundo digital favorece las condiciones para que el ciberdelincuente desarrolle los rasgos y habilidades necesarias para cometer los delitos”.

El desplazamiento al ciberespacio de las relaciones humanas, cada día tenemos más relación a través del móvil o el ordenador que en persona, y económicas, es lo que ha provocado un descenso en la delincuencia convencional, sobre todo en la delincuencia juvenil. Hoy en día se ven más casos de acoso por medio de las redes que en una relación cara a cara, ya que las nuevas tecnologías lo propician mediante los vídeos y las fotografías.

A la hora de intentar perfilar este tipo de criminales, no es tarea fácil, ya que la ciber-delincuencia no se cierra a una franja determinada de edad o un estrato social determinado, tampoco es necesario que quién cometa este tipo de actos sea un profesional informático.

Con toda esta información es lógico que resulte difícil predecir este tipo de delincuencia, pero gracias a la inteligencia artificial se han podido crear mapas para entender dónde y cuándo se desarrollan estos delitos. Estos mapas son creados por ordenadores que cruzan información, lo que permite tener más control sobre la prevención de la delincuencia, aunque el uso de esta tecnología crea dilemas éticos y jurídicos.