La violencia sexual en los conflictos armados ha sido un fenómeno invisible e ignorado a lo largo de la historia.
¿Por qué?, porque no interesa, no repercute en nuestra sociedad, no nos importa la vida de los demás, etc.
Lamentablemente este fenómeno no tomó notoriedad hasta finales del siglo XX, con los conflictos de la región de los Balcanes y el genocidio en Ruanda.
La violencia sexual es una grave violación de los derechos que no entiende de géneros y suele tener lugar tanto en contextos de paz como de conflictos armados, aunque es ésta última la que puede contribuir a su aumento.
En el contexto de conflicto armado, también es una violación del derecho internacional humanitario.
¿Qué es la violencia sexual?
La ONU la define como “incidentes o pautas de violencia sexual, es decir, violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazos forzados, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad que se cometa contra las mujeres, hombres o niños”.
La violencia sexual afecta fundamentalmente a mujeres, y entre las estrategias más utilizadas se encontraban los llamados “campos de violación”.
La violencia sexual contra hombres y niños también fue frecuente e incluía violación, tortura sexual, mutilación genital, etc., por parte de otros hombres.
“No es un fenómeno actual”
Como he comentado, este fenómeno no es actual, sino que ya existía a lo largo de la historia.
Hay documentación sobre la violación masiva de mujeres alemanas por parte del Ejército Soviético, o el llamado “mujeres confort”, que eras esclavas sexuales al servicio del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial.
¿Por qué ahora se le da visibilidad?
La visibilización del uso de la violencia sexual como arma de guerra en Bosnia estuvo vinculada en gran parte a la proximidad de Bosnia a la realidad occidental.
La guerra de Bosnia tuvo lugar en territorio europeo y entre europeos, lo que facilitó una disposición internacional a escuchar, creer y movilizarse ante o que estaba ocurriendo.
¿Qué impacto ha tenido la pandemia en la violencia sexual en los conflictos armados?
Una preocupación que existe a la hora de denunciar este tipo de violencia es precisamente la ausencia de esas denuncias por miedo a las represalias, la inseguridad, la falta de servicios y al estigma social para las víctimas.
Se estima que por cada violación denunciada, hay entre diez y veinte que no se denuncian.
Si a la ya habitual falta de denuncias de violencia sexual relacionada con el conflicto, sumamos las medidas de contención de la COVID-19, nos encontramos con personas que denuncian mucho menos de lo que se debería hacer.
Los bloqueos, toques de queda, cuarentenas, temores de contraer o transmitir el virus, restricciones de movilidad y acceso limitado a los servicios y espacios seguros, han acentuado las barreras estructurales institucionales y socioculturales existentes para denunciar estos delitos.
¿Existe una solución a este problema?
La ONU ha propuesto dos soluciones para esta lacra.
- Reconstruir para mejorar
Esto quiere decir establecer un enfoque inclusivo, intersectorial y con perspectiva de género, porque aunque hemos dicho que esta violencia no entiende de género, la proporción de mujeres víctimas es muy superior al de hombres.
Es necesario silencia las armas, dar voz a las víctimas y supervivientes, luchar por la igualdad con determinación y abordar las causas profundas de los conflictos.
Hay que invertir en el bienestar público en vez de en los instrumentos de guerra; igualmente ha de cambiar el paradigma de seguridad para fomentar la seguridad humana y la resiliencia de las personas.
- Promover un nuevo contrato social
Hay que buscar un contrato social en el que nadie en el poder esté por encima de la ley, y ningún indefenso se encuentre desprotegido ante la ley.
¿La finalidad? Lograr una verdadera igualdad y justicia.