“España se encuentra entre uno de los países más seguros del mundo y entre los países que tienen menores cifras de delincuencia sexual en Europa”, palabras textuales de la criminóloga Andrea Giménez-Salinas.

Esta afirmación no esta dicha sin un estudio previo realizado por detrás, y es que durante tres años ha revisado de forma sistemática 342 atestados policiales y ha recogido datos de las 6.600 denuncias de agresiones sexuales sin relación previa entre autor y víctima entre 2009 y 2013.

Las conclusiones extraídas de este estudio han permitido perfilar a los autores de este tipo de delitos: suelen ser varones jóvenes de entre 18 y 35 años, de nacionalidad española (57%) o procedentes de Sudamérica (15%) o el Magreb (11%). El 32% de los delincuentes tenía antecedentes penales, y el 17% había cometido al menos otra agresión sexual en el año anterior.

Una de cada mil mujeres en España afirma haber sufrido algún tipo de delito sexual en los últimos cinco años; esta tasa se multiplica por dos en Portugal, por tres en Francia, por cuatro en Alemania, por cinco en Dinamarca, por seis en Países Bajos, por ocho en Canadá, por nueve en Suiza, por trece en Suecia y por catorce en Estados Unidos.

Un nuevo informe del Ministerio del Interior traza un perfil de las víctimas: mujeres jóvenes, de entre 18 y 35 años y de nacionalidad española (66%) o procedentes de Sudamérica (12%); el 61% de ella sufrió la agresión de noche.

En dicho estudio también se muestran tres tipos claramente diferenciados de agresiones sexuales. En el primer perfil, el autor selecciona a su víctima en la vía pública al atardecer y ejerce violencia psicológica o física para forzarla, pero sin emplear armas (El comportamiento sexual no se salda con una consumación, sino que la víctima normalmente suele huir o gritar para solicitar ayuda)

El segundo perfil se corresponde con hombres que detectan en zonas de ocio a mujeres solas y bajo efectos del alcohol o las drogas (El autor, a través de engaños, se traslada con la víctima a un domicilio o espacio cerrado donde se produce la agresión). En este tipo de agresión, el 77% de los autores son extranjeros.

El tercer perfil se localiza en entornos rurales, con agresores que seleccionan a sus víctimas entre las mujeres que ejercen la prostitución; casi el 8% de las víctimas eran prostitutas, según este informe. Este porcentaje llega a alcanzar el 16% en las agresiones en grupo, caracterizada también por una mayor presencia de autores extranjeros.

Ademas de estos datos, en el 80% de los casos de agresión sexual, el agresor es alguien conocido (amigo o familiar)

Después de la noticia hace unos meses de que un peligroso violador se fugó de una prisión en León, todos nos preguntamos ¿Cuán seguros son los permisos que se conceden a los presos?

Pues como respuesta a esta pregunta, las estadísticas son totalmente favorables, ya que únicamente fracasan el 0.37% de un total de 120 mil permisos concedidos por año.

Esto quiere decir que el 99.63% de los permisos acaban con el preso de vuelta en el centro penitenciario, por tanto no hay duda de su efectividad al ser uno de los mayores valores de la rehabilitación del condenado.

Cabe decir que los permisos de salida están pensados para preparar al interno para readaptarse a la vida en libertad, y existen dos tipos de permisos:

– Permiso ordinario: se otorgan para lograr esa reinserción del preso a la vida fuera de la prisión.
– Permisos extraordinario: son los que se conceden por motivos humanitario (muerte de un familiar, enfermedad grave, etc.) y son siempre supervisados.

Según la ley penitenciaria española, los permisos de hasta 36 días por año están supeditados a un informe preceptivo individualizado que pasa por la junta de tratamiento y valida el juez de vigilancia penitenciaria.

Los requisitos para concederlo están recogidos en dicha ley, no concediéndose a internos en situación preventiva o con clasificación de primer grado; para que los presos puedan optar a este “premio”, deben haber cumplido como mínimo una cuarta parte de la condena y que tengan mala conducta dentro del centro.

Está claro que siempre existen posible errores en los estudios, y por ello hay que trabajar para mejorar este sistema, que por ahora tiene un margen de fracaso muy corto.